Llegue lo más tarde posible a casa tratando de olvidar todo el mal rato.
Después de ese día y esa carta todo debía seguir igual, al menos eso me propuse luego de pensarlo mucho: Trataría de ocupar el tiempo posible para no recordar ningún hecho doloroso.
Me fui de viaje con Bruno hacia su país, me invitó a conocerlo y también para acercarse con la familia que tenía por allá... que lo había dejado olvidado, desconociendo todo aquello que lo había acogido en su infancia.
Me quede por Panamá como cinco meses ya que seguiría un curso de artes plásticas, una de las materias que también me apasionaba. Además que era, después de muchos años ir hacia otro país, al otro lado del mundo.
Al llegar caminamos por la orilla de las playas que descubrían un hermoso manto azul y reflejaba el cielo con ese enorme sol que nos acompañó todo el viaje, era simplemente como ver un cristal que cambiaba de color con la luz del sol. Me gustó viajar a Panamá por esa cantidad de días así de paso trataba de buscar esos nuevos horizontes que tanto me había hablado Bruno luego de haberme escuchado decir tal palabra en la cafetería y que por cierto me lo recordaba en cada momento, sobre todo cuando veía en mi rostro una expresión de molestia con lo que al traerme ese episodio a la memoria me hacía reír.
Comenzar clases allá fue una experiencia distinta. Las personas eran mucho más cálidas y mucho más amables de las que lamentablemente yo había conocido. De esta parte tuve la suerte de conocer a una persona a la que quise pero de una manera fugaz; pero no porque yo quisiera, sino porque tuvo que ser así (de nuevo, el destino).
Se llamaba Francisco y estaba en las clases de artes plásticas. Creo que empecé a quererlo, primero como un tipo de admiración y luego con un amor un poco loco. Nunca concretamos si había una relación entre los dos, ninguno de nosotros habló de ello pero era como una especie de ‘amor sin proclamar’; es decir que no había relación formal pero sabíamos ambos que nos ‘queríamos’, al menos por algunas semanas. Tal vez, más que nada, era una ilusión que duró un mes y algunos días.
Nos conocimos en la clase cuando compartimos grupo en un trabajo de tallado. Tenía unos ojos oscuros muy hermosos que brillaban con la luz del día y sus manos que eran a la medida de las mías. Como lo dije antes, no había relación formal por la que podíamos mencionar que estábamos juntos, aunque nos comportábamos como si hubiese algo. Él tenía la costumbre –nuestra costumbre- de caminar de la mano; por lo que había una contradicción en mi, estaba entre si es lo correcto o no lo es, pero esos ojos, esos ojos al que yo lo denominé como “imanes” me atraían y hacía que esa conciencia no tenga poder sobre mi voluntad; era algo distinto realmente. Algunas ocasiones escribía en un papel o pintaba recuadros que me los dedicaba; hasta el punto que parecía sustituir los brazos de mi amado ‘gato’.
Quizá era solo de momento y fugaz, lo quería en las clases, lo quería en nuestro ambiente pero.... pero Alejandro, mi adorado Alejandro me seguía hacia donde yo iba, se asomaba en pequeños espacios que yo tenía libre o que me encontraba descansando. Era en menor tiempo que antes, su imagen y su compañía, el recuerdo y los sentimientos que en ese momento se encontraban confundidos.
Y como lo dije, así de fugaz y pasajero fue el amor hacia Francisco y nos fuimos alejando. Para esto, nuestros amigos en común, organizaron una reunión en la que yo no pude asistir porque Bruno había enfermado y debía cuidarlo. Desde ahí fue el deterioro de ese tipo de amor tan extraño, ni yo pregunté ni él me contó lo que pudo haber ocurrido; por lo que hubo una separación que ambos ya sabíamos. Parece que al iniciar la semana de clases me sorprendió con que tenía una novia, novia que recién estrenaba desde aquella fiesta... y de esto tuve que enterarme por una compañera de clases que no sé porqué me lo dijo de esa manera tan misteriosa “ya lo sabrás”; creo que ni si quiera me lo hubiera dicho porque era muy evidente en las sesiones de práctica además que el dichoso señor ni me miraba a los ojos y me evitaba totalmente. Concluí luego que era un amor voluble así que lo dejé volar y la verdad puedo decir que no ha sido tan doloroso a comparación de la historia que ustedes ya conocen.
No he sabido más de él. Terminó el curso y regresé junto con Bruno hacia Francia a seguir con los estudios y... recuerdos.
Ahora, después de ese curso de arte planeaba tantas cosas nuevas. Ya no estudiaría arte, sino algo totalmente diferente a una vida bohemia de la que ya llevaba... a mi ‘dulce’ mente se le ocurrió la gran idea de estudiar medicina.
Regresamos para navidad, fecha que le encantaba festejar a Alejandro que lo volvía como un niño y al parecer a Bruno también. Era la primera vez que la pasábamos juntos y además con su ‘familia’, con sus amigos y una pareja que lo adoptó cuando él cruzaba los 10 años.
¡Cómo ha pasado el tiempo! Han sido casi dos años desde que él se fue de mi vida a crear y formar su vida. No di respuesta a la carta que Alejandro me envió. He buscado formas de comunicarme con él, pero no me atrevía a escribirle; solo trataba que mis pensamientos, que mis deseos se hicieran presentes para su bienestar, que se cumplieran.
Aunque un día no soporté más estar en silencio y pensé que sería saludable brotar todo aquello que sentía y pensaba, que me diera una solución a esos días en las que no dormía cuando él aparecía en mis sueños, cuando de repente se robaba mis pensamientos...y le escribí, solo que esta vez con una decisión que tuve que tomar obligatoriamente. Le había dedicado escritos anteriormente con tanta melancolía, le había escrito cartas que nunca le llegarían pero sin embargo yo seguía escribiendo, y esta es una de las que redacté cuando sentí que ya debía hacer algo con esa presión que se siente en el pecho y con ese adormecimiento de la garganta donde no podían brotar palabras....