miércoles, 6 de mayo de 2020

Notre chanson

Mi adorada, mi pequeña, te recuerdo en el florecimiento de tu vida, tus quince inmaduros años de amor y de ternura, aún cuando la vida no era así para ti.
Querida mía, ¿aún seguirás sentándote a la luz de la luna o de tu computador, con lágrimas en los ojos, escribiendo sobre lo injusto que era tu vida o sobre tus amores imposibles? Reproduciendo en tu máquina esas canciones que presionaban tu corazón, que hacían triste cada noche porque era ahí donde podías expulsar todo lo que llevabas en tus entrañas.

Quisiera regresar a ti para consolarte.

Ya debes de ser una mujer, en la edad que vives sin temores o que te da igual la vida, pero sé que muy dentro tuyo aún sigues siendo la niña que conocí años atrás: indecisa, preocupada o despreocupada porque ibas en ese vaivén de la vida, alegre minuciosa, de sonrisa sincera y enmascarada y de nostálgicos recuerdos que nunca descubrí de qué.

Ojalá no hayas cambiado en nada.

Iré por ti en el momento que sea el adecuado.

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