lunes, 29 de julio de 2019

Guardando Apariencias

En el camino que es la vida, uno va aprendiendo que el amor no es como uno se lo esperaba o como solían pintarlo en esas novelas que solía leer con tanto afán, a veces uno no tiene el manejo de situaciones cuasinormales que pueden suceder y sobre todo en mucho tiempo.
"..el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,
según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios,
y se van con sirenas y nubarrones.."
..escribía Benedetti sobre el amor y es así, a veces llegan con augurios y otras, con nubarrones.
Y este caso, mi caso, no fue la excepción..
Buenos momentos y situaciones para olvidar, momentos de ternura y mentiras, recuerdos de alegría y compromiso y otras, que dejaron huella en la piel y en el alma.
Y uno no se va dando cuenta, o quizá si, pero no es tan valiente de afrontarlo. No sólo bastaron los párpados hinchados de muchas noches de lluvia, las huellas en la piel que habría que cubrir con una sonrisa, el descontrol, el aislamiento y la posesividad, la mentira y la manipulación, a veces uno es parte de todo esto y lo justifica de muchas formas, pero a veces eso no basta para darse cuenta de esta enferma dinámica.
Quizá bajo la premisa de que se necesita tiempo para entender y mejorar las cosas uno sigue en pie a pesar de todo, pero el alma no resiste tanto y uno se rompe por dentro.
Y así pasa el tiempo.
Pero a veces no se cuenta con que uno forma una coraza resistente, así como al más rebelde se le castiga físicamente y se vuelve más desafiante y no se inmuta ante el dolor, el que ha sido lastimado "por amor" es capaz de sacar ese escudo para defenderse y colocar una barrera entre esa alma destrozada y la indiferencia y egoísmo que desborda la otra persona, esa barrera es despertar y el darse cuenta, de que uno no es un monigote, moldeable a los deseos de alguien que se le puede hacer y deshacer en cuanto venga en gana, que uno no es un ser insensible que soporta lapidaciones emocionales, que la paciencia es digna de quien se lo merece y que es necesario creer en una mejor versión del amor. Pero es necesario despertar, a veces la violencia está tan encubierta y otras muy evidente, pero se sigue manteniendo la creencia de ese amor que todo lo puede ...a pesar de todo.
Yo desperté y me reparé.
Y tu?

-H.H
-

viernes, 26 de julio de 2019

No es que deba, pero...


"¡Qué desastre! 
Fijarme en alguien mucho menor que yo, se hablan de amores prohibidos pero esto traspasaba la ilegalidad.
Lo conocí de suerte un día que caminaba pensativa sobre qué podría hacer más adelante con mi vida: seguir estudiando o cruzar frontera. Estábamos en un tiempo agradable, había sol y corría viento como amortiguando esa sensación cálida, pero bah! esto no es tan importante como lo que pasó después.
Me senté en un parque para poder meditar mejor ya que a mis 22 años, aunque aparentaba ser menor, debía pensar bien las cosas. De pronto, llegó para sentarse a mi lado un joven, no reparé mucho en su presencia. 
Al fin y al cabo terminamos conversando como si nos conociéramos de toda la vida, como si hubiésemos estudiado juntos desde pequeños e incluso como si tuviéramos la misma edad. Para casualidad nuestra, unas cuadras nos separaban de donde vivíamos por lo que concretamos vernos enseguida. Javier tenía 17 años pero lograba verse más maduro de lo que en realidad era. 
Hubo una conexión enseguida entre los dos que terminó en un romance.
Nos reíamos estúpidamente viendo caídas, compitiendo en conocimientos sobre países o banderas del mundo, protestaba cuando de pronto en su escritura tan perfecta había un error y debía corregirlo, nos gastábamos bromas sin queja alguna, coincidimos en signo zodiacal y hasta en mes de nacimiento, jugábamos como niños pero nos queríamos de verdad, con esa sinceridad que poseen las almas inocentes.
Cuando nos dimos nuestro primer beso, que no fue el primero para ninguno, fue especial sin duda. Me tomó en sus brazos cálidos, presionando a su cuerpo mi figura pequeña, yo con total sorpresa siempre cedía a sus labios tiernos. Cuando besé sus labios, quizá menos expertos que los míos, la magia aumentaba entre nosotros, con esa energía pasional que nos caracterizaba".


Fragmento.

domingo, 21 de julio de 2019

Flashbacks #7

#7

Casualidades de encontrarte

Quién sabe si lo que llaman destino existe en verdad, que lo que se dice en novelas de corte romántico pueda ocurrir en la vida real, quizá solo fue una ilusión efímera y posiblemente recreada por la a veces engañosa mente.
Pero apareciste ahí. Llegaste tarde a clase, corriendo y algo sorprendido frente a nuestras miradas atentas a la profesora de francés.
Era una figura alta y delgada, de cabello algo ondulado.
Recuerdo que vestías de negro y llevabas una gorra que ordenaba tu cabello, que hasta entonces no sabía que no peinabas. Yo te vi llegar y sólo atiné a ver el reloj para confirmar tu tardanza.
Te sentaste al último, como definiendo un estereotipo de esos chicos que poco interés le toman a la clase.

Hora de empezar la primera página de nuestro libro de lecciones y habías olvidado el tuyo. Lo que sucedió después fue una suerte de aquellas que no tengo, la suerte de haberte conocido.
Para ese entonces yo era una chica bastante tímida y es que en realidad no sabía hacer amigos y no era de mi interés ya que tenía mi música lo cual era suficiente para mí.
Nos juntamos de pronto para iniciar la típica conversación de cuando uno aprende idiomas: el hola y el cómo te llamas. Sólo me había fijado en tu cabello hasta ese momento, pero no entiendo cómo pude haber obviado tus ojos, esos ojos negros que se tatuaron en mi mente. Hasta el momento era todo hasta que vi tu sonrisa, tan dulce que hacían brillar tus ojos. Algo se conectó entre los dos que nos reíamos cuando hacíamos ese diálogo. Supe tu nombre, qué estudiabas y tu tan tonta excusa de cuando llegabas tarde. A ti te gustaron mis zapatillas rojas que hasta querías intercambiarlas y creo que de eso nos reíamos, los dos encerrados en una irrealidad que ignorábamos a lo demás.

De ahí no nos separamos.

Íbamos juntos a desayunar, queríamos comprarnos esa hamburguesa de plástico que exhibían en la panadería de la esquina, nos quedábamos juntos a ver desde la ventana de nuestro salón a esos autos que estaban estacionados en la calle o jugábamos a vernos por las ventanas cuando tu ocupabas el que estaba al lado, o jugábamos con nuestros dedos para ver quien presionaba más rápido el pulgar, a veces te ibas con otros amigos y por mi parte hacía lo mismo, pero en algún momento del día volvíamos a vernos, ya sea en las ventanas preguntándome que escuchaba o cuando caminábamos por la calle y nos sonreíamos cómplices de una magia que se creaba entre los dos, pero nada fue dicho, ni de tu parte ni la mía.

Una vez en plena clase me enviaste una nota, donde dijiste que me querías y yo te respondí con uno igual aunque sonrrojada al entregarte la respuesta. Nos esperamos como lo hacíamos usualmente pero no hablamos del tema y éramos felices así.

Hicimos muchos más amigos juntos y casi al terminar el periodo de clase, se les ocurrió la gran idea de hacer una reunión a la que me pediste entusiasmado que fuera, pero yo sabía bien que eso no era lo mío y sólo dejé un quizá en el aire.

Lunes nuevamente y estábamos en semana de exámenes, yo ya no iba a continuar porque empezaba el internado de mi carrera y fue entonces donde todo cambió para los dos de la noche a la mañana. Ese día ni tu ni yo nos acercamos, quien sabe por qué, te fuiste por tu lado mientras que yo me quedaba por la ventana, sin apetito, viendo hacia ese almacén de autos. Solo vi que una sombra se dirigía a mi pero algo lo detuvo y cuando voltee pude comprobar tu presencia detenida por quien sabe qué.
Una amiga que regresaba se acercó a mi y me contó algo que para ese entonces me fue muy extraño, se acercó y con cierto tino logró contarme que mi amigo de la magia y una chica que estudiaba con nosotros se habían dado un beso y por consiguiente iniciaron una relación. Respondí a su relato con una calma que siempre me ha caracterizado pero algo dentro mío hizo un sonido, quizá de ruptura, aunque fue algo ligero. Yo lo quería, y seguro que mucho pero como una ilusión, nada se dijo entre nosotros y no había reclamo o por qué cambiar. Ahí empecé a comprender por qué se alejó ese día y otros tres más de mí, hasta el punto que no nos mirábamos, a pesar de que insistía hacer contacto visual con él, sus ojos me eran esquivos y su presencia se alejó hacia el lado contrario de donde solíamos sentarnos.

El último día logramos por fin hablar. Empezado el receso me quedé en el aula escribiendo quizá algo de despedida, lo que usualmente suelo hacer cuando me siento aburrida, vi que él se fue rápido pero me percaté que su mirada se posó sobre mí y no le correspondí, habían sido cuatro días de indiferencia.

Salí a ver esos últimos carros de ese almacén y vi que por la ventana contigua me miraban tus ojos negros y te miré extrañada invitándote a acercarte y así lo hiciste. Nos juntamos nuevamente para mirar por la ventana y a pesar de que se nos acababa el tiempo nos fuimos a caminar a esa tienda como quien recogiera sus pasos. Me contaste, con una expresión de culpa, que estabas saliendo con alguien y yo te pude dar calma con mi respuesta sosegada y el mismo trato que nos teníamos. Me diste un abrazo y yo correspondí a tu calor, quizá como una despedida.

Nuestras palabras nunca expresaron nuestro amor ilusorio y platónico pero lo hacían nuestros gestos y nuestro cuerpo y ese abrazo fue la comunicación más sincera y profunda que nos unió.
Me sentía feliz de recuperar a un amigo, no estaba preparada para empezar una relación y me sentí aliviada de que no fuera yo la persona con quien él estaba.

En mi trabajo, había un títere que me recordaba a ti, por tu cabello desordenado que descubrí cuando un día te saqué la gorra que llevabas y corriste para recuperarlo, me gustaba tu cabello en ondas, ligeramente castaño pero lo que me fascinaban eran tus ojos, tus ojos negros y brillantes, tus ojos sinceros de niño que aún guardo en la memoria.

Después de todo, nos volvimos a ver pero la distancia había marcado en algo nuestra amistad. Luego de un tiempo de terminado las clases, nos encontramos en un seminario y conversamos con nuestra misma magia, pero esa fue la última vez que supe de ti, mi memoria ha borrado tu rostro pero tu mirada sigue intacta y con ello las grandes emociones que había sentido.

miércoles, 10 de julio de 2019

Me gustaría que..

Me gustaría mirar el cielo contigo, 
no importa si hay sol, o si es de noche,
mirarlo juntos y ver que todo cambia.
Recostados entre la hierba, uno al lado del otro,
formando calor entre los dos,
observando cómo las nubes tapan los ligeros rayos de sol,
viendo como la luna se descubre ante nuestros ojos,
no importa cómo, ni dónde,
sólo mirar el cielo juntos.
Sentir la brisa, respirar el aroma del césped,
arrancar partes de ella y cubrirnos,
sonreirle al cielo y mirarnos con ternura,
no exijo mucho, sólo mirar el cielo juntos
para sentirnos una parte minúscula de todo,
que cosas tan simples como eso, es majestuoso
y que el tiempo se puede detener
y llorar por esa tristeza que a veces uno no comprende,
pero verlo juntos,
que sola me desgarra el corazón.



H. H


martes, 2 de julio de 2019

Omnia transit

Hay una dedicatoria que César Vallejo, un poeta peruano, escribió para una publicación que decía "para quien entienda". No recuerdo bien cuál era el contexto.
Para quien lo entienda..
Para quien comprenda mi alma,
ese algo solitario y
de vez en cuando triste,
de vez en cuando alegre,
ilusorio,
cantante,
flotante y de ultratumba,
tengo un poema, una canción
y una cita.
Con los reveses de la vida,
de la experiencia,
de la huida,
de la valentía y la arrogancia,
de lo poco que a veces queda
está mi alma.
Allá en el horizonte
donde reposa la calma,
donde se ve la dicha
donde descansa, tal vez, el alma,
veo tus ojos,
fugaces,
ardientes
y esquivos,
fuera de mi mirada que a todos lados persigue.
Allá en ese volcán,
está mi corazón,
siempre ardiente, siempre vivo
buscando pacto a pacto
a veces herido, a veces hostigado,
a veces oprimido
que tus latidos sincronicen con el mío.
Tu rostro está en el cielo,
tu perfume en el viento,
tus manos en la tierra
tu presencia en el fuego,
mas mi alma, triste
y mi corazón ardiente
pueden sentirte
y vuelven a sentirte
y vuelve tu presencia
a vivir dentro mío.
(...)
Trate de alejarme de tu presencia, de tu recuerdo, de tu voz, pero siempre que estoy a solas te recuerdo mucho más. ¿Cómo es que alguien puede domar un corazón, que siempre ha estado terco a cualquier realidad? ¿Cómo es que se consigue tranquilizar aquel latido que por mucho tiempo estuvo prendido a tu imagen?
La idea aún queda abierta debido a que no hay respuesta...