viernes, 26 de julio de 2019

No es que deba, pero...


"¡Qué desastre! 
Fijarme en alguien mucho menor que yo, se hablan de amores prohibidos pero esto traspasaba la ilegalidad.
Lo conocí de suerte un día que caminaba pensativa sobre qué podría hacer más adelante con mi vida: seguir estudiando o cruzar frontera. Estábamos en un tiempo agradable, había sol y corría viento como amortiguando esa sensación cálida, pero bah! esto no es tan importante como lo que pasó después.
Me senté en un parque para poder meditar mejor ya que a mis 22 años, aunque aparentaba ser menor, debía pensar bien las cosas. De pronto, llegó para sentarse a mi lado un joven, no reparé mucho en su presencia. 
Al fin y al cabo terminamos conversando como si nos conociéramos de toda la vida, como si hubiésemos estudiado juntos desde pequeños e incluso como si tuviéramos la misma edad. Para casualidad nuestra, unas cuadras nos separaban de donde vivíamos por lo que concretamos vernos enseguida. Javier tenía 17 años pero lograba verse más maduro de lo que en realidad era. 
Hubo una conexión enseguida entre los dos que terminó en un romance.
Nos reíamos estúpidamente viendo caídas, compitiendo en conocimientos sobre países o banderas del mundo, protestaba cuando de pronto en su escritura tan perfecta había un error y debía corregirlo, nos gastábamos bromas sin queja alguna, coincidimos en signo zodiacal y hasta en mes de nacimiento, jugábamos como niños pero nos queríamos de verdad, con esa sinceridad que poseen las almas inocentes.
Cuando nos dimos nuestro primer beso, que no fue el primero para ninguno, fue especial sin duda. Me tomó en sus brazos cálidos, presionando a su cuerpo mi figura pequeña, yo con total sorpresa siempre cedía a sus labios tiernos. Cuando besé sus labios, quizá menos expertos que los míos, la magia aumentaba entre nosotros, con esa energía pasional que nos caracterizaba".


Fragmento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario