martes, 24 de diciembre de 2019

Lo que soy

Soy quien encierra en su pecho amores de fantasía y canciones en la memoria,
liviana, ligera con la vida, 
despreocupada obsesiva con el destino
en el agrietado camino.
Que no te cuenten otras versiones que 
hasta yo desconozco pues bien sabes que poco
es la importancia que le considero pertinente.

Que suelo soñar despierta por las calles, yo vagabunda, es cierto
Que he planeado la derroca del gobierno, ¡en mi mente pasa esto!
Que me ocurren deja vu que me hacen sentir mucho mayor
Que creo en el poder de la naturaleza, de los apus y el verso
Que quedarme en casa a salir ¡prefiero a veces eso!
Que los domingos evito la ducha si no hay un compromiso previo
Que no uso brasier en casa ni en invierno
Que el pisco acholado es mi amor secreto
Que camino conectada al desvencijado walkman coreando fuerte los versos
Que trato de imitar la voz y los gestos del cantante
Que me miro al espejo de vez en cuando haciendo gestos
O que me tomo fotos con las mismas muecas y en todos los diseños
Que me paro en medio de la calle para observar una avecilla, un árbol o un perro
Que recargo mi brazo en la mesa a lo Vallejo
Que recito por las calles mis poemas preferidos
Que el francés lo hablo a media lengua aunque nadie me entienda
Que mis energías se renuevan por las noches y se acaban en el día
Que cada vez que voy al mar recito los versos de Mistral
Que he intentado esos mismos versos convertirlos en canción 
Que adoro demasiado el chocolate
Que no sé mentir y mis gestos me delatan
Que prefiero la ropa cómoda y sencilla a un ajustado corset de galería
Que no sé nadar pero el mar lo siento mía
Que Alejandro o Joaquín son los nombres que para mí hijo quiero
Que tengo para el baile tradicional y moderno dos pies izquierdos
Que fracasé con la guitarra pero mis ansias de aprender otro instrumento están intactas
Que cuando me siento alegre, canto con el alma aunque mi voz no me agrada
Que me sonrojo cuando no sé que decir
Que he llorado con películas animadas
Que repito una y otra vez, por semanas, la canción que me tiene embobada
Que cocino como mi madre al ritmo de la música
Que tengo mala mano al arreglar los imperfectos en la casa
Que he llorado en secreto en la cama
Que me resiento algunas veces y busco represalia pero soy muy mala en ese juego
Que creía en el dios católico pero el sufrimiento propio y ajeno me hizo desistir 
Que sueño con ganarme la lotería y comprar esa casa que en sueños veía
Que de vez en cuando cuento chistes y gasto bromas a mis amigos
Que mi paz está en escuchar una buena canción y mirar las nubes en el cielo
Que fotografío árboles a medio nacer o a medio morir porque significan un nuevo comienzo
Que arrastro a mi perro por el césped por las patas delanteras
Que lo cargo, así pesara treinta kilos y lo tranquilizo con "für Elise" en sus angustias
Que por la calle voy tocando guitarra o batería imaginaria
Que traer el pelo alborotado en el viento no me desagrada
Que tengo varias fotos con animales que en la calle he hallado
Que quiero escalar el Huaytapallana, el Alpamayo y el Huascarán
Que hay canciones que llevo como himnos de libertad
Que a veces camino durmiendo bajo esos lentes negros
Que los rostros los confundo y a veces ni los recuerdo
Que para reconocer a alguien necesito tocarlo y ver de cerca cada mínima expresión
Que me gusta la soledad pero también una buena compañía
Que quisiera ser biblioteca andante o erudita
Que le cuento mis secretos a mi perro y que lo llevo al parque cuando me acuerdo
Que todavía equilibro mis pasos en aceras delgadas
Que me río con los niños y juego con ellos
Que a la gente mayor a veces no tolero
Que hasta en mis malos momentos trato de hacer reír a los que más quiero para dejar su preocupación en el viento
Que en la selva, por un momento, perderme deseo
Que cuando cansada sigo sonriendo o
Que no sé qué hacer en las fotos que aparezco
Que quisiera aprender de todo para no necesitar al resto
Que amo Suiza y sus monumentos
Que me asustan las alturas, el ratón y el desaliento
Que no me llevo con los gatos, ¡no los tolero! y que con mi perro los perseguimos por todos los senderos
Que a veces hago cosas sin pensar y me lo dicen mis amigos sin enmascarar
Que tengo guardado mi primera cana en un cuaderno y estatuillas o piedras de recuerdo
Que de niña he soñado llegar rápidamente a ser muy mayor y ahora no lo quiero
Que me irrito muchas veces aunque motivo no tengo
Que con afán me sobo la panza para tener centímetros menos 
Que el ejercicio no me ha funcionado ni regular los alimentos
Que he soñado que alguien me escriba un poema, una carta o un texto
Que me he escapado y he viajado en secreto
Que también me persignaba cuando recogía del suelo una migaja dizque para que no acabe muerto
Que he amado con locura, a escondidas y en secreto
Que la fuerza me abandona por las mañanas y me desconsuela el desacierto
Que me han dicho hippie en más de una ocasión por la holgada versión que manejo..


Lo que soy, así es como soy.

viernes, 6 de diciembre de 2019

martes, 3 de diciembre de 2019

Recopilacion

Hoy sentí el corazón particularmente débil. No débil como suele ser en sentimientos, en lo abstracto sino en lo físico y real. Supongo que las plegarias han sido escuchadas si es que Dios en su existencia cumpliera deseos.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Yo, Eurídice


Cuando te vi, me vi a mi misma, con miedo, con sorpresa y alegría escondida. Entonaba en mi mente desde ese día hasta mucho tiempo después tal dichosa canción y la irrealidad volaba en mi cabeza.

Cuando aún con miedo caminé a tu lado y conversamos, mis palabras se encubrieron firmes para asegurar mi confianza, cuando te vi a los ojos me perdía en la profundidad de tu mirada, en el color y en esa a veces esquivas pupilas. Y yo sabía que te amaba.

Cuando cogiste mi mano, la sorpresa me inundó y el corazón se llenó de ilusión, aún no lo podía creer, te tenía ya entre mis manos.

Cuando nos sentamos a conversar y me mostraste parte de ti, tocaste mi alma y mi risa, mi corazón aceleraba y yo ya no era dueña de mi misma. Ahora te tenía entre mis labios y rozaba la belleza de la gloria jamás conocida, llegaste a mi intimidad sin reparos y restricciones.

Cuando fui tuya y del amor mismo, mi alma tocaba el delirio y la irrealidad se volvía mi escena de vida. Conocía tu cuerpo y tu alma, lado a lado de tu corazón, de tu mirada y tu sonrisa. Ya era del amor mismo.

Y cuando caía la noche, en tu hombro reposaba mi cabeza, bañando de besos tu cuello, cubriéndome en tu espalda y llegando a tu corazón.

Jamás imaginé la desdicha que significaría un adiós previsto, algo del cual los dos hablábamos sin detenernos a pensar que se acercaba. Mis ojos lloraron mi salida de tu lado, y poco a poco soltó tu mano.

Sin embargo, la desdicha no terminó en mi salida. Tus bien humanas sensaciones cambiaron de rumbo al igual que las mías:
Mi chico el de los ojos tristes y la sonrisa piadosa, ¿adónde fue tu alma desafortunada en este mundo de lucha y agonías?
Llévate mi calor cuando necesites abrigo y regresa a mi antes que caiga la noche.

Mi corazón palpita rápidamente cuando logro recordarlo al final del día y mi rostro se ilumina en su recuerdo, tratando de volver a sentir su calor, ese que emanaba su cuerpo, su aroma, su mirada, su aliento y sus manos amorosas y sus fatídicas palabras... ah, sobre todo su mirada que cuando ví por vez primera me desconcertó totalmente, me perdí en esos ojos negros y pequeños, con esa mirada segura e infantil a la vez.


¿Te acordarás de mi también mi querido Orfeo?


H.H.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Marianela

Apareciste con tu cabellera oscura
en medio del frío..
Marianela yo te quiero, 
yo te amo desde que te vi.
Tu espalda robusta y tú piel canela,
dieron vida a mí vivir
Marianela yo te amo con locura
desde que te vi
tus pechos suaves en las cuales reposa
mi sueño y mi sentir, 
cada noche acurrucas 
mis ideas sobre ti,
de tu linda tez y tus oscuros ojos
Yo te quiero Marianela desde que te vi
Cada mañana, sosteniendo el cansancio
de las largas tardes y esperas,
te levantas guerrera a soportar el frio
tejes en tus manos tus oscuros cabellos gruesos
lista para hacerle frente a la inclemencia de la vida
poco te importa vida mía, tus cayosas manos
del duro trabajo que haces día a día
yo las tomo y las beso con dulzura,
porque son tuyas mi fiel compañía
y beso también tus labios
agrietados de gritar con coraje tus desdichas
tus polleras largas cubren tus gruesas piernas, 
marcadas unas cuantas cicatrices que dejó el tiempo,
tu pubis, dulce veneno, 
donde sembramos nuestros sueños
cogidos de la mano, mi dulce paloma
tomamos nuestros corazones.
Ahora que ha pasado el tiempo,
y tu sonrisa ha caído marchita,
tus pechos caen y abrigan mis sueños,
mis manos y tus manos arrugadas por el tiempo
Aún te quiero Marianela desde que te vi aquel día
tu cabellera oscura con copos nieves se han vestido 
y tus desdichas han crecido
Marianela, yo te amé y te amo
y de la mano junto estamos
Mi corazón está contigo
tomado de la mano aún estamos
Marianela, entiende, 
que yo siempre te he querido
Aún en mis tenues días y mis lobregos caprichos
de tu miel yo he bebido
no hubo nadie quien me hiciera amar como a ti te he querido.

Adiós mi Marianela que contigo he vivido 
muchos años de pasión y junto a nuestros hijos
Hoy que me toca separarme de ti
por el tiempo cruel que ha enmudecido 
mis energías de juventud 
y que mi alma jamás ha corroido.
Marianela ahora que sigues el infinito, mi corazón se va contigo.

Y que allá, en la otra vida, dios no se ponga celoso de nuestro gran amor.

Marianela yo te quise y te quiero, y mi amor siempre fue sincero.



Helena H.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Noit



De vez en cuando, noche mágica, suelo pensar que soy tuya, que me das más aliento y que renuevas mis energías, donde la tristeza desaparece y no hay más oscuridad que la que puedo ver en tus colores, me sonríe la luna y mis ganas de soñar aparecen, mis amores nocturnos empiezan a encandecer mi frágil corazón y soy tuya, soy tuya
voladora, soñadora,
amante nocturna de mis recuerdos
que por el día acechan mi corazón
y sueltan torrenciales lluvias de desasosiego.


Pienso entonces que solo quiero vivir en ti,
en tu ilusión.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Miscelánea poética

entro lentamente por tus venas
hasta inundar
todos los rincones de tu cuerpo
rescato tu nombre milenario
en cada arteria
te pierdo y me encuentro
en la profundidad de tu mirada
sin compañía alguna
invado tus pulmones
y vivo
y me recreo
con el aire que respiras
avanzo por debajo de tu piel
y organizo con exactitud
el metabolismo de tus penas
y tu cuerpo se convierte
en la zona sagrada de mi vida.
sin embargo,
hoy es mañana
y mañana será nunca.


te beso en los ojos, en la cóncava mudez de tu inocencia,
te beso y todo tu cuerpo se viste con flores de un canto primaveral,
te beso y conviertes las cosas en hechos silenciosos y llenos de asombro,
te beso al fin
te beso.


después de un lento aprendizaje
puede reconocer sin equivocarme
las formas de tu cuerpo,
besar tiernamente tus mejillas
y saber con exactitud
las dimensiones de tu falo.
ahora, cada encuentro se convierte
en el hecho cotidiano de besarse
meternos en la cama y repetir
los movimientos del amor.
tu cuerpo se estremece a cada orgasmo,
yo te pido más
y en la necesidad de recuperarte
mis labios exploran tu pubis,
para entonces
cansado y sudoroso.
mis senos abrigan tu sueño.


María Emilia Cornejo

jueves, 31 de octubre de 2019

Trost in tränen (Consuelo en las lágrimas)

Si, ¿Por qué estás tan triste
cuando sonríe todo lo creado?
Cierto, en tus ojos la señal existe
de qué has llorado.

A solas he llorado, no lo niego;
una pena secreta guarda mi alma
¡Oh, dulzura del llanto! ¡Blando riego,
que al corazón inquieto pone en calma!

Te invitan tus amigos más felices;
¡oh, ven a nuestros brazos sin recelo!
Algo has perdido, más, si no lo dices,
sanado sentirás tu desconsuelo.

Temo de vuestras charlas el ruido;
ver no podéis la angustia que me asalta.
Nada, nada he perdido,
aunque, infeliz de mi, algo me falta.

¡Bah! Ten valor. Decídete cuanto antes;
eres aún mozo, el mundo te convida;
se tiene a tu edad fuerzas bastantes
para ir a la conquista de la vida.

Jamás conquistare lo que deseo
porque navega en muy lejana orilla
tan alto, tan hermoso yo lo ví
cómo esa estrella que en el cielo brilla.

Nadie cuando desea las estrellas,
gozamos, si, en espléndida hermosura
¡Divino encanto el de las noches bellas
si contemplamos la serena altura!

Muchos días levanto la mirada
también embelesada mi alma queda
Ah, déjame la noche reservada
para llorar, llorar cuánto yo pueda. 


Wolfgang Von Goethe

jueves, 24 de octubre de 2019

El Amor de las Selvas


Yo apenas quiero ser humilde araña
que en torno tuyo su hilazón tejiera
y que, como explorando una montaña,
se enredase en tu misma cabellera.

Yo quiero ser gusano, hacer encaje;
dar mi capullo a las dentadas ruedas;
y así poder, en la prisión de un traje,
sentirte palpitar bajo mis sedas…

¡Y yo quiero también, cuando se exhala
toda esta fiebre que mi amor expande,
ir recorriendo la salvaje escala
desde lo más pequeño hasta lo más grande!

Yo quiero ser un árbol: darte sombra;
con las ramas, la flor, hacerte abrigo;
y con mis hojas secas una alfombra
donde te echarás a soñar conmigo…

Yo quiero ser un río: hacer un lazo
y envolverte en las olas de mi abismo,
para poder ahogar con un abrazo
y sepultarte en el fondo de mí mismo.

Yo soy bosque sin trocha: abre el sendero,
yo soy astro sin luz: prende la tea.
Cóndor, boa, jaguar, ¡yo apenas quiero
ser lo que quieras tú, que por ti sea!

Yo quiero ser un cóndor, hacer gala
de aprisionar un rayo entre mi pico;
y así soberbio…, regalarte un ala,
¡para que te hagas de ella un abanico!

Yo quiero ser una boa: en mis membrudos
lazos ceñirte la gentil cintura;
envolver las pulseras de mis nudos;
y morirme oprimiendo tu hermosura…

Yo quiero ser caimán de los torrentes;
y de tus reinos vigilar la entrada,
mover la cola y enseñar los dientes,
como un dragón ante los pies de un hada.

Yo quiero ser jaguar de tus montañas,
arrastrarte a mi propia madriguera,
para poder abrirte las entrañas…
¡y ver si tienes corazón siquiera…!



José Santos Chocano

martes, 22 de octubre de 2019

Balada del mal amor


Qué lástima, muchacha,
que no te pueda amar...
Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,
y tú un arroyo alegre que sueña con la mar.

Yo eché mi red al río...
Se me rompió la red...
No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,
pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.

Se besa por el beso,
por amar el amor...
Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso;
pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.

Amar es tan sencillo,
tan sin saber por qué...
Pero así como pierde la moneda su brillo,
el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.

¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!
Hay velas que se rompen a la primera racha,
¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!

Pero aunque toda herida
deja una cicatriz,
no importa la hoja seca de una rama florida,
si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.

La vida, llama o nieve,
es un molino que
va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,
triturando el recuerdo de lo que ya se fue...

Ya lo mío fue mío,
y ahora voy al azar...
Si una rosa es más bella mojada de rocío,
el golpe de la lluvia la puede deshojar...

Tuve un amor cobarde.
Lo tuve y lo perdí...
Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,
porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.

El viento hincha la vela, pero la deshilacha,
y el agua de los ríos se hace amarga en el mar...
Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar...



José Ángel Buesa

jueves, 10 de octubre de 2019

Recopilación 5

"En mi defensa puedo decir que aunque trate de olvidarte, tu recuerdo vivía en mi. Y es que todos los caminos me llevaban a ti, de esa canción que no escuchamos juntos, de esas calles que no recorrimos juntos, de todo aquello que yo había imaginado para los dos pero que quedaba solo en eso, en imaginación.
Mi amor, solo quedaba en ilusión"

H.H


miércoles, 9 de octubre de 2019

Carta de Edith Piaf

Lo más bello escrito por Edith Piaf a su entonces amor Marcell.

Sin duda cuando uno entrega el corazón realmente, puede escribir las más bellas palabras de amor y como diría Mariano Melgar 'uno ya no es dueño de sí mismo, sino del amor'.

(Original)
Je t'aime irrationnellement, anormalement, follement, et je ne peux rien faire pour l'éviter. La faute est à vous, vous êtes magnifique. Tenez-moi avec la pensée dans vos bras et pensez que rien ne compte dans le monde à part vous et moi..

Revisar el siguiente link:

https://youtu.be/3tQTB2KLGTU

Dolor


Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desear amar…

Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.



Alfonsina Storni

lunes, 7 de octubre de 2019

Porque es mío su amor

¡Señor; porque en su pecho tengo un seguro abrigo
y porque sé que es mío su corazón amante:
Señor, gracias te da mi espíritu mendigo
de amor, gracias te da, ¡Aunque él esté distante!...

Señor, por él brotaron en mis jardines termos
mil flores milagrosas de amor y de optimismo,
Y huyeron para siempre los pájaros enfermos
que estaban en mi alma, labrandose un abismo.

Por él he descubierto una belleza nueva
en las terrenas casas; y he aprendido el lenguaje
del pájaro, del árbol, del arroyo y la gleba
del guijarro, y encuentro más vida en el paisaje.

Señor, mi vida es dulce desde que sé que me ama;
y a mí rededor de llenan las cosas de alegría;
por él, mi amor se eleva como una ardiente llama,
y siento en mis arterias correr nueva energía...

Ahora se ha tornado más blando mi camino;
me siento cual si fuera la misma primavera;
¡Señor, ya que le amo, no cambies mi destino,
mi amor es todo tuyo, mi vida es suya entera...!

Pero, Señor, perdóname, ¡No sé lo que te digo!
solo sé que mi alma de amor está embriagada,
que tal vez tus enojos con mi charla consigo;
pero me tiene ciega la luz de su mirada...

Que iré tras de sus huellas cegadas por su nombre
aunque en mis plantas broten mil gotas purpurinas;
descenderé a la sima; escalaré la cumbre...
¡No importa que me hieran punzantes las espinas...!

¡Perdóname, Señor,! Pero lo que te digo
es cierto, y me lo dicta mi corazón amante...
¡Señor, gracias te doy, aunque él no esté conmigo!
¡Señor, gracias te doy, aunque él esté distante!...

Alicia Larde de Venturino

viernes, 20 de septiembre de 2019

Soliloquio de Segismundo 2

Es verdad. Pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna ve soñamos:
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta dispertar.
Sueña el Rey que es rey

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.



- Pedro Calderón de la Barca - 

miércoles, 18 de septiembre de 2019

El Engaño


Soy tuya, Dios lo sabe por qué, ya que comprendo
que habrás de abandonarme, fríamente, mañana,
y que bajo el encanto de mis ojos, te gana
otro encanto el deseo, pero no me defiendo.

Espero que esto un día cualquiera se concluya,
pues intuyo, al instante, lo que piensas o quieres.
Con voz indiferente te hablo de otras mujeres
y hasta ensayo el elogio de alguna que fue tuya.

Pero tú sabes menos que yo, y algo orgulloso
de que te pertenezca, en tu juego engañoso
persistes, con un aire de actor del papel dueño.

Yo te miro callada con mi dulce sonrisa,
y cuando te entusiasmas, pienso: no te des prisa.
No eres tú el que me engaña; quien me engaña es mi sueño.



Alfonsina Storni

lunes, 2 de septiembre de 2019

Desidia responsable

¿Y tú, sabes hasta cuando vas a vivir?
Parece algo muy repetido, muy a cliché, que una y otra vez escuchamos, leemos e incluso repetimos, para mí al menos las horas y los días iban en cuenta regresiva.

Cuando pudieron darme la noticia quedé petrificada, un llanto contenido hacía revolver mi estómago y aparecía un tenue dolor en la garganta que poco a poco tomó mayor importancia ya que no podía decir una palabra más. Salí de la sala junto con su "buena suerte" del médico y caminé aletargadamente, como quien quiere caerse desmayada pero eso no era lo mío, nunca antes me había desmayado, no era una persona débil físicamente o al menos no hasta ahora, pero mis piernas podían sostenerme muy bien aunque caminaba con una lentitud de senectud. Dentro del baño del hospital quedé una rato encerrada llorando y autoconsolándome, respirando hondo y tratando de disociarme y encontrar compañía en mí misma.
No podía contarle a nadie,

Siempre a modo de broma le decía a mis padres que ellos me habían heredado, aparte de rasgos físicos sus enfermedades. El cáncer se llevó a mi abuela cuando mi madre tenía 14 años y muchas primas y tías la siguieron rápidamente, después de otros años más. No había más que hacer que empezar a vivir.

Uno puede vivir muchas veces, empezar de nuevo. Yo, que el infortunio siempre iba de mi lado, había muerto muchas veces pero renacía a medias, dejando partes mías sin signos de vida.
Pero esta vez debía vivir, lo cual significaba arriesgar más.

.....

H.H

Llegaste a tiempo


Debí haberte encontrado diez años antes o 
diez años después. Pero llegaste a tiempo.

Antes, me hubiera gustado conocerte con libertad, 
sin restricciones.
Sin limites ni complejos.
Después, con calma y serenidad,
Con paciencia y el tiempo que me permite la experiencia.

Te conocí a tiempo, a tiempo de encontrarte,
Para saber que existías, para llenar mis ojos y mi boca de tu sabor.

Para encontrarnos en el mismo tiempo y espacio.
Para disfrutarte y que me disfrutes,
Para tocarte y que me toques.
Para que supieras que yo estaba aquí para que me tomaras.

Y que me dejaras tomarte a ti
No fuiste antes ni después, fuiste a tiempo.
A tiempo para que me enamorara de ti.



Jaime Sabines

sábado, 24 de agosto de 2019

Soliloquio de Segismundo 1

¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
Ya que me tratais así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito del nacer),
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no yo gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corre con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que dejan en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de los cielos la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto á su huida;
¿y teniendo yo más vida,
tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera arrancar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia ó razón
negar a los hombres sabe
privilegios tan suave
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?



- Pedro Calderón de la Barca -

lunes, 29 de julio de 2019

Guardando Apariencias

En el camino que es la vida, uno va aprendiendo que el amor no es como uno se lo esperaba o como solían pintarlo en esas novelas que solía leer con tanto afán, a veces uno no tiene el manejo de situaciones cuasinormales que pueden suceder y sobre todo en mucho tiempo.
"..el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,
según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios,
y se van con sirenas y nubarrones.."
..escribía Benedetti sobre el amor y es así, a veces llegan con augurios y otras, con nubarrones.
Y este caso, mi caso, no fue la excepción..
Buenos momentos y situaciones para olvidar, momentos de ternura y mentiras, recuerdos de alegría y compromiso y otras, que dejaron huella en la piel y en el alma.
Y uno no se va dando cuenta, o quizá si, pero no es tan valiente de afrontarlo. No sólo bastaron los párpados hinchados de muchas noches de lluvia, las huellas en la piel que habría que cubrir con una sonrisa, el descontrol, el aislamiento y la posesividad, la mentira y la manipulación, a veces uno es parte de todo esto y lo justifica de muchas formas, pero a veces eso no basta para darse cuenta de esta enferma dinámica.
Quizá bajo la premisa de que se necesita tiempo para entender y mejorar las cosas uno sigue en pie a pesar de todo, pero el alma no resiste tanto y uno se rompe por dentro.
Y así pasa el tiempo.
Pero a veces no se cuenta con que uno forma una coraza resistente, así como al más rebelde se le castiga físicamente y se vuelve más desafiante y no se inmuta ante el dolor, el que ha sido lastimado "por amor" es capaz de sacar ese escudo para defenderse y colocar una barrera entre esa alma destrozada y la indiferencia y egoísmo que desborda la otra persona, esa barrera es despertar y el darse cuenta, de que uno no es un monigote, moldeable a los deseos de alguien que se le puede hacer y deshacer en cuanto venga en gana, que uno no es un ser insensible que soporta lapidaciones emocionales, que la paciencia es digna de quien se lo merece y que es necesario creer en una mejor versión del amor. Pero es necesario despertar, a veces la violencia está tan encubierta y otras muy evidente, pero se sigue manteniendo la creencia de ese amor que todo lo puede ...a pesar de todo.
Yo desperté y me reparé.
Y tu?

-H.H
-

viernes, 26 de julio de 2019

No es que deba, pero...


"¡Qué desastre! 
Fijarme en alguien mucho menor que yo, se hablan de amores prohibidos pero esto traspasaba la ilegalidad.
Lo conocí de suerte un día que caminaba pensativa sobre qué podría hacer más adelante con mi vida: seguir estudiando o cruzar frontera. Estábamos en un tiempo agradable, había sol y corría viento como amortiguando esa sensación cálida, pero bah! esto no es tan importante como lo que pasó después.
Me senté en un parque para poder meditar mejor ya que a mis 22 años, aunque aparentaba ser menor, debía pensar bien las cosas. De pronto, llegó para sentarse a mi lado un joven, no reparé mucho en su presencia. 
Al fin y al cabo terminamos conversando como si nos conociéramos de toda la vida, como si hubiésemos estudiado juntos desde pequeños e incluso como si tuviéramos la misma edad. Para casualidad nuestra, unas cuadras nos separaban de donde vivíamos por lo que concretamos vernos enseguida. Javier tenía 17 años pero lograba verse más maduro de lo que en realidad era. 
Hubo una conexión enseguida entre los dos que terminó en un romance.
Nos reíamos estúpidamente viendo caídas, compitiendo en conocimientos sobre países o banderas del mundo, protestaba cuando de pronto en su escritura tan perfecta había un error y debía corregirlo, nos gastábamos bromas sin queja alguna, coincidimos en signo zodiacal y hasta en mes de nacimiento, jugábamos como niños pero nos queríamos de verdad, con esa sinceridad que poseen las almas inocentes.
Cuando nos dimos nuestro primer beso, que no fue el primero para ninguno, fue especial sin duda. Me tomó en sus brazos cálidos, presionando a su cuerpo mi figura pequeña, yo con total sorpresa siempre cedía a sus labios tiernos. Cuando besé sus labios, quizá menos expertos que los míos, la magia aumentaba entre nosotros, con esa energía pasional que nos caracterizaba".


Fragmento.

domingo, 21 de julio de 2019

Flashbacks #7

#7

Casualidades de encontrarte

Quién sabe si lo que llaman destino existe en verdad, que lo que se dice en novelas de corte romántico pueda ocurrir en la vida real, quizá solo fue una ilusión efímera y posiblemente recreada por la a veces engañosa mente.
Pero apareciste ahí. Llegaste tarde a clase, corriendo y algo sorprendido frente a nuestras miradas atentas a la profesora de francés.
Era una figura alta y delgada, de cabello algo ondulado.
Recuerdo que vestías de negro y llevabas una gorra que ordenaba tu cabello, que hasta entonces no sabía que no peinabas. Yo te vi llegar y sólo atiné a ver el reloj para confirmar tu tardanza.
Te sentaste al último, como definiendo un estereotipo de esos chicos que poco interés le toman a la clase.

Hora de empezar la primera página de nuestro libro de lecciones y habías olvidado el tuyo. Lo que sucedió después fue una suerte de aquellas que no tengo, la suerte de haberte conocido.
Para ese entonces yo era una chica bastante tímida y es que en realidad no sabía hacer amigos y no era de mi interés ya que tenía mi música lo cual era suficiente para mí.
Nos juntamos de pronto para iniciar la típica conversación de cuando uno aprende idiomas: el hola y el cómo te llamas. Sólo me había fijado en tu cabello hasta ese momento, pero no entiendo cómo pude haber obviado tus ojos, esos ojos negros que se tatuaron en mi mente. Hasta el momento era todo hasta que vi tu sonrisa, tan dulce que hacían brillar tus ojos. Algo se conectó entre los dos que nos reíamos cuando hacíamos ese diálogo. Supe tu nombre, qué estudiabas y tu tan tonta excusa de cuando llegabas tarde. A ti te gustaron mis zapatillas rojas que hasta querías intercambiarlas y creo que de eso nos reíamos, los dos encerrados en una irrealidad que ignorábamos a lo demás.

De ahí no nos separamos.

Íbamos juntos a desayunar, queríamos comprarnos esa hamburguesa de plástico que exhibían en la panadería de la esquina, nos quedábamos juntos a ver desde la ventana de nuestro salón a esos autos que estaban estacionados en la calle o jugábamos a vernos por las ventanas cuando tu ocupabas el que estaba al lado, o jugábamos con nuestros dedos para ver quien presionaba más rápido el pulgar, a veces te ibas con otros amigos y por mi parte hacía lo mismo, pero en algún momento del día volvíamos a vernos, ya sea en las ventanas preguntándome que escuchaba o cuando caminábamos por la calle y nos sonreíamos cómplices de una magia que se creaba entre los dos, pero nada fue dicho, ni de tu parte ni la mía.

Una vez en plena clase me enviaste una nota, donde dijiste que me querías y yo te respondí con uno igual aunque sonrrojada al entregarte la respuesta. Nos esperamos como lo hacíamos usualmente pero no hablamos del tema y éramos felices así.

Hicimos muchos más amigos juntos y casi al terminar el periodo de clase, se les ocurrió la gran idea de hacer una reunión a la que me pediste entusiasmado que fuera, pero yo sabía bien que eso no era lo mío y sólo dejé un quizá en el aire.

Lunes nuevamente y estábamos en semana de exámenes, yo ya no iba a continuar porque empezaba el internado de mi carrera y fue entonces donde todo cambió para los dos de la noche a la mañana. Ese día ni tu ni yo nos acercamos, quien sabe por qué, te fuiste por tu lado mientras que yo me quedaba por la ventana, sin apetito, viendo hacia ese almacén de autos. Solo vi que una sombra se dirigía a mi pero algo lo detuvo y cuando voltee pude comprobar tu presencia detenida por quien sabe qué.
Una amiga que regresaba se acercó a mi y me contó algo que para ese entonces me fue muy extraño, se acercó y con cierto tino logró contarme que mi amigo de la magia y una chica que estudiaba con nosotros se habían dado un beso y por consiguiente iniciaron una relación. Respondí a su relato con una calma que siempre me ha caracterizado pero algo dentro mío hizo un sonido, quizá de ruptura, aunque fue algo ligero. Yo lo quería, y seguro que mucho pero como una ilusión, nada se dijo entre nosotros y no había reclamo o por qué cambiar. Ahí empecé a comprender por qué se alejó ese día y otros tres más de mí, hasta el punto que no nos mirábamos, a pesar de que insistía hacer contacto visual con él, sus ojos me eran esquivos y su presencia se alejó hacia el lado contrario de donde solíamos sentarnos.

El último día logramos por fin hablar. Empezado el receso me quedé en el aula escribiendo quizá algo de despedida, lo que usualmente suelo hacer cuando me siento aburrida, vi que él se fue rápido pero me percaté que su mirada se posó sobre mí y no le correspondí, habían sido cuatro días de indiferencia.

Salí a ver esos últimos carros de ese almacén y vi que por la ventana contigua me miraban tus ojos negros y te miré extrañada invitándote a acercarte y así lo hiciste. Nos juntamos nuevamente para mirar por la ventana y a pesar de que se nos acababa el tiempo nos fuimos a caminar a esa tienda como quien recogiera sus pasos. Me contaste, con una expresión de culpa, que estabas saliendo con alguien y yo te pude dar calma con mi respuesta sosegada y el mismo trato que nos teníamos. Me diste un abrazo y yo correspondí a tu calor, quizá como una despedida.

Nuestras palabras nunca expresaron nuestro amor ilusorio y platónico pero lo hacían nuestros gestos y nuestro cuerpo y ese abrazo fue la comunicación más sincera y profunda que nos unió.
Me sentía feliz de recuperar a un amigo, no estaba preparada para empezar una relación y me sentí aliviada de que no fuera yo la persona con quien él estaba.

En mi trabajo, había un títere que me recordaba a ti, por tu cabello desordenado que descubrí cuando un día te saqué la gorra que llevabas y corriste para recuperarlo, me gustaba tu cabello en ondas, ligeramente castaño pero lo que me fascinaban eran tus ojos, tus ojos negros y brillantes, tus ojos sinceros de niño que aún guardo en la memoria.

Después de todo, nos volvimos a ver pero la distancia había marcado en algo nuestra amistad. Luego de un tiempo de terminado las clases, nos encontramos en un seminario y conversamos con nuestra misma magia, pero esa fue la última vez que supe de ti, mi memoria ha borrado tu rostro pero tu mirada sigue intacta y con ello las grandes emociones que había sentido.

miércoles, 10 de julio de 2019

Me gustaría que..

Me gustaría mirar el cielo contigo, 
no importa si hay sol, o si es de noche,
mirarlo juntos y ver que todo cambia.
Recostados entre la hierba, uno al lado del otro,
formando calor entre los dos,
observando cómo las nubes tapan los ligeros rayos de sol,
viendo como la luna se descubre ante nuestros ojos,
no importa cómo, ni dónde,
sólo mirar el cielo juntos.
Sentir la brisa, respirar el aroma del césped,
arrancar partes de ella y cubrirnos,
sonreirle al cielo y mirarnos con ternura,
no exijo mucho, sólo mirar el cielo juntos
para sentirnos una parte minúscula de todo,
que cosas tan simples como eso, es majestuoso
y que el tiempo se puede detener
y llorar por esa tristeza que a veces uno no comprende,
pero verlo juntos,
que sola me desgarra el corazón.



H. H


martes, 2 de julio de 2019

Omnia transit

Hay una dedicatoria que César Vallejo, un poeta peruano, escribió para una publicación que decía "para quien entienda". No recuerdo bien cuál era el contexto.
Para quien lo entienda..
Para quien comprenda mi alma,
ese algo solitario y
de vez en cuando triste,
de vez en cuando alegre,
ilusorio,
cantante,
flotante y de ultratumba,
tengo un poema, una canción
y una cita.
Con los reveses de la vida,
de la experiencia,
de la huida,
de la valentía y la arrogancia,
de lo poco que a veces queda
está mi alma.
Allá en el horizonte
donde reposa la calma,
donde se ve la dicha
donde descansa, tal vez, el alma,
veo tus ojos,
fugaces,
ardientes
y esquivos,
fuera de mi mirada que a todos lados persigue.
Allá en ese volcán,
está mi corazón,
siempre ardiente, siempre vivo
buscando pacto a pacto
a veces herido, a veces hostigado,
a veces oprimido
que tus latidos sincronicen con el mío.
Tu rostro está en el cielo,
tu perfume en el viento,
tus manos en la tierra
tu presencia en el fuego,
mas mi alma, triste
y mi corazón ardiente
pueden sentirte
y vuelven a sentirte
y vuelve tu presencia
a vivir dentro mío.
(...)
Trate de alejarme de tu presencia, de tu recuerdo, de tu voz, pero siempre que estoy a solas te recuerdo mucho más. ¿Cómo es que alguien puede domar un corazón, que siempre ha estado terco a cualquier realidad? ¿Cómo es que se consigue tranquilizar aquel latido que por mucho tiempo estuvo prendido a tu imagen?
La idea aún queda abierta debido a que no hay respuesta...

lunes, 24 de junio de 2019

Despertar primero

El hombre es egoísta.
Es conciente que la naturaleza es sabia, que es divina, que es sagrada. Ha intentado imitarla desde hace mucho tiempo pero sabe que con ella no puede competir. Construyó edificios para imitar montañas, tala árboles para crear refugios o materiales para ser más sofisticados dejando sin hogar y recursos a muchos animales que dependen de ella, crea trajes para tener la capacidad de estar bajo el agua imitando a los peces, aviones para imitar al vuelo de las aves y ver la majestuosidad del cielo.

El hombre busca imitar o superar a la naturaleza, pero sabe que no puede con ella y por eso la lastima, extrayendo de ella hasta lo que no necesita ya que la avaricia por ser más gana en su alma.

¿Donde quedó el respeto a la Pachamama, la adoración al sol, a la luna, a los apus?
Se ha perdido con el tiempo, nuestra identidad se ha perdido con el tiempo y la memoria borra todo lo que ya no usa.

En este tiempo de superficialidad, nos estamos convirtiendo en imagen homogénea,: la mayoría de mujeres tienen el mismo rostro, la misma nariz, la misma mirada, las mismas cejas, la misma cintura, las mismas caderas, los mismos sueños... Acaso como apelación a la igualdad o como parte de la moda, del maquillaje, del vestir, del ser...
No es historia distinta con los varones, quienes acoplandose y no quedando atrás, porque no sería estar en onda y sería tragedia, se vuelven todos iguales en apariencia, en cortes de cabello, en imagen y en sueños. No hay nada que envidiar, ¿Verdad?

¿Y es que acaso una buena apariencia es mucho mejor que un buen corazon? ¿Qué es lo que nos llevamos de todo esto?
Como todo ser humano y como dice el dicho "errar es humano" que se ha popularizado tanto que estamos cayendo constantemente en eso, cayendo en superficialidad y consumismo, ya no reconociendo que somos parte de la naturaleza y que lo material con nosotros, en nuestro lecho de muerte, no se va.
Caray, y es que acaso la hipocresía se ha vuelto un estilo de vida. No solo hay superficialidad en el ser externo de la persona, sino también hay malicia dentro suya.
Uno a uno, hermano sin fronteras nos dañamos, nos damos la espalda y no nos reconocemos como parte de la misma especie, dejando la lealtad atrás con nuestros semejantes.
Queda así más claro que todo se ha perdido, se ha perdido desde que dejamos de valorar nuestras raíces, las no culturales sino las raíces de la naturaleza, que ella es más grande que nosotros, es más sabia, es sagrada.
El hombre es egoísta.
Somos pasajeros.
Estamos matandonos a nosotros mismos.
Somos un instante,
Somos pasajeros.

jueves, 6 de junio de 2019

Exilio


A Raúl Gustavo Aguirre

Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.



Alejandra Pizarnik

lunes, 27 de mayo de 2019

Espergesia

Yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo. 

Todos saben que vivo, 
que soy malo; y no saben 
del diciembre de ese enero. 
Pues yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo. 

Hay un vacío 
en mi aire metafísico 
que nadie ha de palpar: 
el claustro de un silencio 
que habló a flor de fuego. 

Yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo. 

Hermano, escucha, escucha... 
Bueno. Y que no me vaya 
sin llevar diciembres, 
sin dejar eneros. 
Pues yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo. 

Todos saben que vivo, 
que mastico... y no saben 
por qué en mi verso chirrían, 
oscuro sinsabor de ferétro, 
luyidos vientos 
desenroscados de la Esfinge 
preguntona del Desierto. 

Todos saben... Y no saben 
que la Luz es tísica, 
y la Sombra gorda... 
Y no saben que el misterio sintetiza... 
que él es la joroba 
musical y triste que a distancia denuncia 
el paso meridiano de las lindes a las Lindes. 

Yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo, 
grave.

César Vallejo

lunes, 20 de mayo de 2019

Mi revancha


Oh mon amour...

If only things had been different, if we had really coincided more in our lives, we'd be one today.

Do you remember when we walked with some fear but free that morning to that dream place? The fog covered us all the way ahead, but we moved forward with determination, knowing that we had each other ...

I still have our photos of that day, in that album that we filled when we went were in grass in the university and proof of that, there was a bit of grass in some pages, as in my memory. 

But you know what? There isn't much left to go those steps and I can start again..



H.

lunes, 13 de mayo de 2019

Come Back - PJ

Comparto con ustedes una canción muy hermosa de Pearl Jam.
¡Qué mejor combinación que la música y la literatura!
Que lo disfruten.


If I keep holding out
Will the light shine through?
Under this broken roof
It's only rain that I feel
I've been wishin' out the days
Oh oh oh
Come back
I have been planning out
All that I'd say to you
Since you slipped away
Know that I still remain true
I've been wishin' out the days
Please say that if you hadn't have gone now
I wouldn't have lost you another way
From wherever you are
Oh oh oh oh
Come back
And these days, they linger on, yeah, yeah
And in the night, I've been waiting for
A real possibility that I may meet you in my dreams
I go to sleep
If I don't fall apart
Will my memory stay clear?
So you had to go
And I had to remain here
But the strangest thing to date
So far away and yet you feel so close
I'm not going to question it any other way
It must be an open door for you
To come back
And the days they linger on, yeah
Every night I'm waiting for
The real possibility that I may meet you in my dreams
Sometimes you're there and you're talking back to me
Come the morning I could swear you're next to me
And it's ok
It's ok, it's ok
I'll be here
Come back, come back
I'll be here
Come back, come back
I'll be here
Come back, come back





El sinsabor de la vida...

No imaginé descubrir un agridulce sabor en la vida con apenas 23 años.
Puede ser mucho vivir 23 años, ahora lo creo, pero imaginaba que estos tipos de cuestionamientos nacían en una edad más próxima a la muerte, donde uno queda solo, recordando lo que fue y no se tiene en el presente, anhelando el final de una dura existencia.

Hace no mucho conversaba con una niña de 10 años sobre su familia, su aflicción en clase y entre otras tantas me dijo algo que aún recuerdo: quisiera tener 3 años. Mi respuesta natural fue preguntarle el porqué, ya que yo a su edad quería ser adulta y me parecía un poco extraño esa respuesta y quería comprenderlo. "Las cosas eran más fáciles cuando tenía 3 años..." me respondió.

Ahora comprendo mucho mejor su razonamiento, ahora que también me siento igual. No anhelo quitarme años de encima, por lo contrario, quisiera ya una vida hecha, de alguna forna sería un camino fácil a seguir en esta lucha constante con uno mismo.

"...Sólo te preocupabas en jugar, y me sentía feliz así"

Tocó a mi niña interior conocer esa respuesta porque realmente fue una etapa libre de preocupaciones. Con apenas 10 años, ella se sentía hastiada de las pocas o muchas responsabilidades que hasta el momento llevaba, de las amistades que había hecho, de su familia... de la vida, puedo comprender.


......


sábado, 11 de mayo de 2019

El último adiós

Si dos con el alma
Se amaron en vida
Y al fín el destino
Separó a los dos

Ya ves que es tan honda
la pena sentida
Que nada hay mas triste
que el ultimo adios.

En esa palabra
que leve murmura
Y en ese gemido
que lanzan los dos

Adiós mi adorada
mi fiel compañera
Ya no volveremos
a vernos los dos.

Ni verse prometen
ni amarse se juran
Y en ella se dicen
para siempre adios.

Mariano Melgar

miércoles, 8 de mayo de 2019

Mucho más grave

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo.
Sin embargo hay algo que quisiera aclararte,
cuando digo todas las parcelas,
no me refiero solo a esto de ahora,
a esto de esperarte y aleluya encontrarte,
y carajo perderte,
y volverte a encontrar,
y ojalá nada más.
No me refiero a que de pronto digas, voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta, bueno llorá.
Y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizás por eso salga enseguida el sol.
Ni me refiero a solo a que día tras día,
aumente el stock de nuestras pequeñas y decisivas complicidades,
o que yo pueda o creerme que puedo convertir mis reveses en victorias,
o me hagas el tierno regalo de tu más reciente desesperación.

No.
La cosa es muchísimo más grave.
Cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo,
también estas reescribiendo mi infancia,
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran,
y vos en cambio sabés que eso no sirve.
Quiero decir que estás rearmando mi adolescencia,
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos,
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo,
mi germen de alegría y regarlo mirándolo.
Quiero decir que estás sacudiendo mi juventud,
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos,
esa sombra que nadie arrimó a su sombra,
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas,
y quede la armazón de mi verdad sin proezas.
Quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia,
este extraño confín de angustia y nieve,
esta bujía que ilumina la muerte,
este precipicio de la pobre vida.
Como ves es más grave,
Muchísimo más grave,
Porque con estas y con otras palabras,
quiero decir que no sos tan solo,
la querida muchacha que sos,
sino también las espléndidas o cautelosas mujeres
que quise o quiero.

Porque gracias a vos he descubierto,
(dirás que ya era hora y con razón),
que el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,
según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios,
y se van con sirenas y nubarrones.
Una bahía linda y generosa,
Donde los barcos llegan y se van.
Pero vos,
Por favor,
No te vayas

Mario Benedetti

martes, 7 de mayo de 2019

Todavía

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría

Palpo gusto escucho y veo
tu rostro, tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo

Tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto

Nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa

Sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía
pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro
y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido
y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía

Mario Benedetti

lunes, 29 de abril de 2019

Menos hombre, más humano

Comparto con ustedes un escrito por el cantautor Ricardo Williams. Apenas acabo de darme cuenta que es una canción y no he escuchado aún el ritmo, pero la letra transmite mucho.
Conocí la letra de esta canción por una clase de literatura cuando estaba en tercero de media, aún conservo la hoja de esa clase...

Qué difícil es esto de reconocer
que cada hombre lleva una parte de mujer,
si desde pequeño nos contaron cada cuento y
nos enseñaron a ocultar los sentimientos,
"levante la cabeza", "los niños son valientes";
"no llore carajo, que los hombres somos machos".

Qué difícil, qué difícil, qué difícil es,
si desde pequeño empecé a jugar con armas,
matando en ese juego una parte de mi alma.
Siempre me dijeron que yo era el sexo fuerte
y que la ternura, era una cosa de mujeres.

Hoy solo un par de tragos nos ponen más humanos,
sólo así podemos abrazar a nuestro hermano,
pero al día siguiente, cuando todo ha pasado,
tú y yo volvemos a estar acorazados.
Menos hombre más humano, menos hombre más humano,
diferente, evolucionado.

Siempre me dijeron, desconfía de los raros,
de los sentimentales y los "afeminados",
pero hoy resulta que extraviamos los papeles,
que en este "sal si puedes" tienes que ser inteligente.

Dime tú, valiente, qué es lo que vas a hacer,
seguir jugando al macho o por fin crecer
para reconocer cada miedo de tu mente,
herencia de alguna historia que escribió algún demente.

Quizá entonces veas esa luz en las mujeres
que tu feminidad no te hace menos fuerte,
fuerte para ser menos hombre y más humano,
sólo así podrás ir evolucionando.
Menos hombre más humano, menos hombre más humano.

La liberación femenina no acabó...
pero hoy empieza otra, otra en este corazón,
que habla de aceptar esa parte de mujer.
Que cada hombre lleva dentro de su ser.
Menos hombre más humano,
Diferente, evolucionado.



Ricardo Williams, año 2001, CEMOPLAF

miércoles, 24 de abril de 2019

La culpa es de uno

Quiza fue una hecatombe de esperanzas,
un derrumbe de algun modo previsto,
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido.
Todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir y por cierto me vieron.
Hasta aqui habia hecho y rehecho mis trayectos contigo,
hasta aqui habia apostado a inventar una verdad,
pero vos encontraste la manera una manera
tierna y a la vez implacable de desahuciar mi amor.
Con un solo pronostico lo quitaste de los suburbios de tu vida
posible, lo envolviste en nostalgias,
lo cargaste por cuadras y cuadras, y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera,
ahi nomas lo dejaste a solas con su suerte que no es mucha.
creo que tenes razon,
la culpa es de uno cuando no enamora,
y no de los pretextos, ni del tiempo.
Hace mucho muchisimo que yo no me enfrentaba como
anoche al espejo, y fue implacable como vos mas no fue tierno.
ahora estoy solo, francamente, solo.
siempre cuesta un poquito empezar a sentirse desgraciado.
Antes de regresar a mis lobregos cuarteles de
invierno, con los ojos bien secos, por si acaso.
Miro como te vas adentrando en la niebla, y empiezo a recordarte.

                        Mario Benedetti

lunes, 22 de abril de 2019

Sólo en sueños

Sólo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás de mí.
¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!
¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!
Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas las noches
como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.



                           Jaime Sabines

martes, 16 de abril de 2019

"Con el tiempo te das cuenta..."

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y uno aprende que el amor no significa acostarse,
y que una compañía no significa seguridad,
y uno empieza a aprender…

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas,
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta
y los ojos abiertos,
y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes…
y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.

Y uno aprende que si es demasiado
hasta el calor del sol puede quemar.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma,
en lugar de que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno es realmente fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende… y así cada día.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien
porque te ofrece un buen futuro,
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz
de amarte con tus defectos y sin pretender cambiarte
puede brindarte toda la felicidad.

Con el tiempo aprendes que si estás con una persona
sólo por acompañar tu soledad,
irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados
y quien no lucha por ellos, tarde o temprano,
se verá rodeado sólo de falsas amistades.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira
siguen hiriendo durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace,
pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente es muy probable que la amistad nunca sea igual.

Con el tiempo te das cuenta que aún siendo feliz con tus amigos,
lloras por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida,
con cada persona, es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta que el que humilla
o desprecia a un ser humano, tarde o temprano
sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy,
porque el sendero del mañana no existe.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen ocasiona que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro,
sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,
añorarás a los que se marcharon.

Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón,
decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas,
decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba, ya no tiene sentido.

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo…




                                  Jorge Luis Borges

martes, 19 de marzo de 2019

Soliloquio en noche de luna

"...Y entonces, me dije a mí misma, ¿será que el destino existe?

Hace unos días me puse a reflexionar sobre la posibilidad, la existencia de algo mágico, de un camino trazado, de algo predicho o como le llaman: algo acerca del destino. Me acordé de ti y todas las posibilidades fueron afirmativas.

En algún momento de nuestras vidas puedo creer que habríamos estado juntos por la tanta coincidencia entre nosotros, aunque a veces la fuerza de nuestros caracteres me hacían dudar de quizá alguna convivencia en una vida paralela.

Te había "amado" desde los 17 años. Quizá antes no lo sé, pero te ame desde que te conocí. 
Desde que una pregunta, una equivocación nos llegó a juntar. Sentí que eras esa otra mitad de la que todos hablan, ese complemento, esa alma gemela con la misma esencia que hasta el día de hoy, siete años después lo sigo recordando. Aún todo fluye en mi mente, desde las veces que conversábamos porque nuestro amor nunca fue como las convencionales, con la cercanía y el contacto físico. 
Oh no, no fue así, hubiese rezado millones de veces con la esperanza de que algo pasara y nos juntara, pero no, nuestro amor fue a telepatía, al menos era amor lo mío. Así me gusta pensarlo ya que no lo notabas.

Fuiste inspiración para mí, para escribir música y alguno que otro poema, ya que en mis palabras y pensamientos te tenía presente, merodeando continuamente mis ilusiones y mis vagas ideas, tratando de hacer un recuerdo de lo tanto que hemos cambiado hasta ahora. Y es así como hemos cambiado, ahora te siento más cerca mío y en ocasiones indiferente y eso, lastima mi alma.

Parecía un sueño, pero como todo sueño, tiene un final donde hay que despertar y ver la realidad, de que tú y yo no podemos ser uno solo"


Tu y yo, marcados por esa idea del destino.. bah! a veces trato de quitarme esa idea de la mente,  al fin y acabo hay que dejar que todo fluya. Solo cuando me siento romántica puedo pensar estas cosas..- me dije en voz alta y tomé conciencia de que una señora llevaba un  buen rato viéndome y ruborizada bajé la cabeza.




Fragmento.

H.H.






jueves, 7 de marzo de 2019

Partes de mi

Partes de mi, no como pedazos míos,
sino como recuerdo que te llevas de mí,
como parte de mi esencia que se va contigo.



Fragmentos


"Esta noche he sido víctima de una hipermnesia
donde tu imagen, como nunca, ha aparecido en mi mente
he recordado desde cómo he empezado amarte
hasta cómo he planeado tu olvido"



"Me he prometido no escribirte ni una carta más
sin embargo, no has faltado en ningún
pensamiento de todo este día,
de ningún día".



"Imagínate ser poema, ser inspiración de una persona...
¡ya no será así!
Imagínate ser pensamiento, palabra,
sueño y deseo... e imagínate que
todo acabará"



"Ya no puedo confiar ni en mí,
ni en mi palabra.
Prometí olvidarte y mírame ahora,
viendo de nuevo un mundo maravilloso y
soñando despierta"


      H.H.

miércoles, 13 de febrero de 2019

"El Príncipe Feliz"


La estatua del Príncipe Feliz se alzaba sobre una alta columna, desde donde se dominaba toda la ciudad. Era dorada y estaba recubierta por finas láminas de oro; sus ojos eran dos brillantes zafiros y en el puño de la espada centelleaba un enorme rubí púrpura.

El resplandor del oro y las piedras preciosas hacían que los habitantes de la ciudad admirasen al Príncipe Feliz más que a cualquier otra cosa. 

—Es tan bonito como una veleta — comentaba uno de los regidores de la ciudad, a quien le interesaba ganar reputación de hombre de gustos artísticos—; claro que en realidad no es tan práctico —agregaba, porque al mismo tiempo temía que lo consideraran demasiado idealista, lo que por supuesto no era. 
—¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz —le decía una madre afligida a su pequeño hijo, que lloraba porque quería tener la luna—. El Príncipe Feliz no llora por nada.
—Mucho me consuela el ver que alguien en el mundo sea completamente feliz — murmuraba un hombre infortunado al contemplar la bella estatua. 
—De verdad parece que fuese un ángel —comentaban entre ellos los niños del orfelinato al salir de la catedral, vestidos con brillantes capas rojas y albos delantalcitos. 
—¿Y cómo saben qué aspecto tiene un ángel? —les refutaba el profesor de matemáticas— ¿Cuándo han visto un ángel? 
—Los hemos visto, señor. ¡Claro que los hemos visto, en sueños! —le respondían los niños, y el profesor de matemáticas fruncía el ceño y adoptaba su aire más severo. Le parecía muy reprobable que los niños soñaran. 

Una noche llegó volando a la ciudad una pequeña golondrina. Sus compañeras habían partido para Egipto seis semanas antes, pero ella se había quedado atrás, porque estaba enamorada de un junco, el más hermoso de todos los juncos de la orilla del río. 
Lo encontró a comienzos de la primavera, cuando revoloteaba sobre el río detrás de una gran mariposa amarilla, y el talle esbelto del junco la cautivó de tal manera, que se detuvo para meterle conversación. 
—¿Puedo amarte? —le preguntó la golondrina, a quien no le gustaba andarse con rodeos. 
El junco le hizo una amplia reverencia. La golondrina entonces revoloteó alrededor, rozando el agua con las alas y trazando surcos de plata en la superficie. Era su manera de demostrar su amor. 
Y así pasó todo el verano. 
—Es un ridículo enamoramiento — comentaban las demás golondrinas—; ese junco es desoladoramente hueco, no tiene un centavo y su familia es terriblemente numerosa—. 

Efectivamente toda la ribera del río estaba cubierta de juncos. A la llegada del otoño, las demás golondrinas emprendieron el vuelo, y entonces la enamorada del junco se sintió muy sola y comenzó a cansarse de su amante. 
—No dice nunca nada —se dijo—, y debe ser bastante infiel, porque siempre coquetea con la brisa. Y realmente, cada vez que corría un poco de viento, el junco realizaba sus más graciosas reverencias. —Además es demasiado sedentario — pensó también la golondrina—; y a mí me gusta viajar. Por eso el que me quiera debería también amar los viajes. 
—¿Vas a venirte conmigo? —le preguntó al fin un día. 
Pero el junco se negó con la cabeza, le tenía mucho apego a su hogar. 
—¡Eso quiere decir que sólo has estado jugando con mis sentimientos! —se quejó la golondrina—. 
Yo me voy a las pirámides de Egipto. ¡Adiós! 

Y diciendo esto, se echó a volar. Voló durante todo el día y, cuando ya caía la noche, llegó hasta la ciudad.
 —¿Dónde podré dormir? —se preguntó—. Espero que en esta ciudad hay algún albergue donde pueda pernoctar. 
En ese mismo instante descubrió la estatua del Príncipe Feliz sobre su columna. 
—Voy a refugiarme ahí —se dijo—. El lugar es bonito y bien ventilado. Y así diciendo, se posó entre los pies del Príncipe Feliz. 
—Tengo una alcoba de oro —se dijo suavemente la golondrina mirando alrededor. En seguida se preparó para dormir. Mas cuando aún no ponía la cabecita debajo de su ala, le cayó encima un grueso goterón. 
—¡Qué cosa más curiosa! —exclamó—. No hay ni una nube en el cielo, las estrellas relucen claras y brillantes, y sin embargo llueve. En realidad este clima del norte de Europa es espantoso. Al junco le encantaba la lluvia, pero era de puro egoísta. 
En ese mismo momento cayó otra gota. 
—¿Pero para qué sirve este monumento si ni siquiera puede protegerme de la lluvia? — dijo—. Mejor voy a buscar una buena chimenea. 

Y se preparó a levantar nuevamente el vuelo. Sin embargo, antes de que alcanzara a abrir las alas, una tercera gota le cayó encima, y al mirar hacia arriba la golondrina vio... ¡Ah, lo que vio! Los ojos del Príncipe Feliz estaban llenos de lágrimas, y las lágrimas le corrían por las áureas mejillas. Y tan bello se veía el rostro del Príncipe a la luz de la luna, que la golondrina se llenó de compasión. 
—¿Quién eres? —preguntó. 
—Soy el Príncipe Feliz. 
—Pero si eres el Príncipe Feliz, ¿por qué lloras? Casi me has empapado. 
—Cuando yo vivía, tenía un corazón humano —contesto la estatua—, pero no sabía lo que eran las lágrimas, porque vivía en la Mansión de la Despreocupación, donde no está permitida la entrada del dolor. Así, todos los días jugaba en el jardín con mis compañeros, y por las noches bailábamos en el gran salón. Alrededor del jardín del Palacio se elevaba un muro muy alto, pero nunca me dio curiosidad alguna por conocer lo que había más allá... ¡Era tan hermoso todo lo que me rodeaba! Mis cortesanos me decían el Príncipe Feliz, y de verdad era feliz, si es que el placer es lo mismo que la dicha. Viví así, y así morí. Y ahora que estoy muerto, me han puesto aquí arriba, tan alto que puedo ver toda la fealdad y toda la miseria de mi ciudad, y, aunque ahora mi corazón es de plomo, lo único que hago es llorar. 
—¿Cómo? —se preguntó para sí la golondrina—, ¿no es oro de ley? Era un avecita muy bien educada y jamás hacia comentarios en voz alta sobre la gente. 
—Allá abajo —siguió hablando la estatua con voz baja y musical—... allá abajo, en una callejuela, hay una casa miserable, pero una de sus ventanas está abierta y dentro de la habitación hay una mujer sentada detrás de la mesa. Tiene el rostro demacrado y lleno de arrugas, y sus manos, ásperas y rojas, están acribilladas de pinchazos, porque es costurera. En este momento está bordando flores de la pasión en un traje de seda que vestirá la más hermosa de las damas de la reina en el próximo baile del Palacio. En un rincón de la habitación, acostado en la cama, está su hijito enfermo. El niño tiene fiebre y pide naranjas. Pero la mujer sólo puede darle agua del río, y el niño llora. 
Golondrina, golondrina, pequeña golondrina... ¡hazme un favor! Llévale a la mujer el rubí del puño de mi espada, ¿quieres? Yo no puedo moverme, ¿lo ves?... tengo los pies clavados en este pedestal. —Los míos están esperándome en Egipto —contestó la golondrina—. Mis amigas ya deben estar revoloteando sobre el Nilo, y estarán charlando con los grandes lotos nubios. Y pronto irán a dormir a la tumba del gran Rey, donde se encuentra el propio faraón, en su ataúd pintado, envuelto en vendas amarillas, y embalsamado con especias olorosas. Alrededor del cuello lleva una cadena de jade verde, y sus manos son como hojas secas. 
—Golondrina, golondrina, pequeña golondrina —dijo el Príncipe—, ¿por qué no te quedas una noche conmigo y eres mi mensajera? ¡El niño tiene tanta sed, y su madre, la costurera, está tan triste! 
—Es que no me gustan mucho los niños —contesto— la golondrina—. El verano pasado, cuando estábamos viviendo a orillas del río, había dos muchachos, hijos del molinero, y eran tan mal educados que no se cansaban de tirarme piedras. ¡Claro que no acertaban nunca! Las golondrinas volamos demasiado bien, y además yo pertenezco a una familia célebre por su rapidez; pero, de todas maneras, era una impertinencia y una grosería. 
Pero la mirada del Príncipe Feliz era tan triste, que finalmente la golondrina se enterneció. 
—Ya está haciendo mucho frío —dijo—, pero me quedaré una noche contigo y seré tu mensajera. 
—Gracias, golondrinita —dijo el Príncipe. 

La golondrina arrancó entonces el gran rubí de la espada del Príncipe y, teniéndolo en el pico, voló por sobre los tejados. Pasó junto a la torre de la catedral, que tenía ángeles de mármol blanco. Pasó junto al Palacio, donde se oía música de baile y una hermosa muchacha salió al balcón con su pretendiente. 
—¡Qué lindas son las estrellas —dijo el novio— y qué maravilloso es el poder del amor! 
—Ojalá que mi traje esté listo para el baile de gala —contestó ella—. Mandé a bordar en la tela unas flores de la pasión. ¡Pero las costureras son tan flojas! 

La golondrina voló sobre el río y vio las lámparas colgadas en los mástiles de los barcos. Pasó sobre el barrio de los judíos, donde vio a los viejos mercaderes hacer sus negocios y pesar monedas de oro en balanzas de cobre. 
Al fin llegó a la pobre casa, y se asomó por la ventana. El niño, en su cama, se agitaba de fiebre, y la madre se había dormido de cansancio. Entonces, la golondrina entró a la habitación y dejó el enorme rubí encima de la mesa, junto al dedal de la costurera. Después revoloteó dulcemente alrededor del niño enfermo, abanicándole la frente con las alas. 
—¡Qué brisa tan deliciosa! —murmuró el niño—. Debo estar mejor. Y se quedó dormido deslizándose en un sueño maravilloso. 
Entonces la golondrina volvió hasta donde el Príncipe Feliz y le contó lo que había hecho. 
—¡Qué raro! —agrego—, pero ahora casi tengo calor; y sin embargo la verdad es que hace muchísimo frío. 
—Es porque has hecho una obra de amor —le explicó el Príncipe. 

La golondrina se puso a pensar en esas palabras y pronto se quedó dormida. Siempre que pensaba mucho se quedaba dormida. 
Al amanecer voló hacia el río para bañarse. 
—¡Qué fenómeno extraordinario! — exclamó un profesor de ornitología que pasaba por el puente—. ¡Una golondrina en pleno invierno! Y escribió sobre el asunto una larga carta al periódico de la ciudad. Todo el mundo habló del comentario, tal vez porque contenía muchas palabras que no se entendían. 
—Esta noche partiré para Egipto —se decía la golondrina y la idea la hacía sentirse muy contenta.

Luego visitó todos los monumentos públicos de la ciudad y descansó largo rato en el campanario de la iglesia. Los gorriones que la veían pasar comentaban entre ellos: "¡Qué extranjera tan distinguida!". Cosa que a la golondrina la hacía feliz. Cuando salió la luna volvió donde estaba a la estatua del Príncipe. 
—¿Tienes algunos encargos que darme para Egipto? —le gritó—. Voy a partir ahora. 
—Golondrina, golondrina, pequeña golondrina —dijo el Príncipe—, ¿no te quedarías conmigo una noche más? 
—Los míos me están esperando en Egipto —contesto la golondrina—. Mañana, mis amigas van a volar seguramente hasta la segunda catarata del Nilo. Allí, entre las cañas, duerme el hipopótamo, y sobre una gran roca de granito se levanta el Dios Memnón. Durante todas las noches, él mira las estrellas toda la noche, y cuando brilla el lucero de la mañana, lanza un grito de alegría. Después se queda en silencio. Al mediodía, los leones bajan a beber a la orilla del río. Tienen los ojos verdes, y sus rugidos son más fuertes que el ruido de la catarata. 
—Golondrina, golondrina, pequeña golondrina —dijo el Príncipe—, allá abajo justo al otro lado de la ciudad, hay un muchacho en una buhardilla. Está inclinado sobre una mesa llena de papeles, y a su derecha, en un vaso, unas violetas están marchitándose. Tiene el pelo largo, castaño y rizado, y sus labios son rojos como granos de granada, y tiene los ojos anchos y soñadores. Está empeñado en terminar de escribir una obra para el director del teatro, pero tiene demasiado frío. No hay fuego en la chimenea y el hambre lo tiene extenuado. 
—Bueno, me quedaré otra noche aquí contigo —dijo la golondrina que de verdad tenía buen corazón—¿Hay que llevarle otro rubí? 
—¡Ay, no tengo más rubíes! —se lamentó el Príncipe—. Sin embargo aún me quedan mis ojos. Son dos rarísimos zafiros, traídos de la India hace mil años. Sácame uno de ellos y llévaselo. Lo venderá a un joyero, comprará pan y leña y podrá terminar de escribir su obra. 
—Pero mi Príncipe querido —dijo la golondrina—, eso yo no lo puedo hacer. 
Y se puso a llorar. 
—Golondrina, golondrina, pequeña golondrina —le rogó el Príncipe—, por favor, haz lo que te pido. 

Entonces la golondrina arrancó uno de los ojos del Príncipe y voló hasta la buhardilla del escritor. No era difícil entrar allí, porque había un agujero en el techo y por ahí entró la golondrina como una flecha. El joven tenía la cabeza hundida entre las manos, así que no sintió el rumor de las alas, y cuando al fin levantó los ojos, vio el hermoso zafiro encima de las violetas marchitas. 
—¿Será que el público comienza a reconocerme? —se dijo— Porque esta piedra preciosa ha de habérmela enviado algún rico admirador. ¡Ahora podré acabar mi obra! Y se le notaba muy contento. 

Al día siguiente la golondrina voló hacia el puerto, se posó sobre el mástil de una gran nave y se entretuvo mirando los marineros que izaban con maromas unas enormes cajas de la sentina del barco.
—¡Me voy a Egipto! —les gritó la golondrina. 
Pero nadie le hizo caso. Al salir la luna, la golondrina volvió hacia el Príncipe Feliz. 
—Vengo a decirte adiós—le dijo. 
—Golondrina, golondrina, pequeña golondrina —le dijo el Príncipe—. ¿No te quedarás conmigo otra noche? 
—Ya es pleno invierno —respondió la golondrina—, y muy pronto caerá la nieve helada. 
En Egipto, en cambio, el sol calienta las palmeras verdes y los cocodrilos, medio hundidos en el fango, miran indolentes alrededor. Por estos días mis compañeras están construyendo sus nidos en el templo de Baalbeck, y las palomas rosadas y blancas las miran mientras se arrullan entre sí. 
Querido Príncipe, tengo que dejarte, pero nunca te olvidaré. La próxima primavera te traeré de Egipto dos piedras bellísimas para reemplazar las que regalaste. El rubí será más rojo que una rosa roja, y el zafiro será azul como el mar profundo. 
—Allá abajo en la plaza —dijo el Príncipe Feliz—, hay una niñita que vende fósforos y cerillas. Y se le han caído los fósforos en el barro y se han echado a perder. Su padre le va a pegar si no lleva dinero a su casa y por eso ahora está llorando. No tiene zapatos ni medias, y su cabecita va sin sombrero. Arranca mi otro ojo y llévaselo, así su padre no le pegará. 
—Pasaré otra noche contigo —dijo la golondrina—, pero no puedo arrancarte el otro ojo. Te vas a quedar ciego. 
—Golondrina, golondrina, pequeña golondrina —le rogó el Príncipe—, haz lo que te pido, te lo suplico. 
La golondrina entonces extrajo el otro ojo del Príncipe y se echó a volar. Se posó sobre el hombro de la niña y deslizó la joya en sus manos. 
—¡Qué bonito pedazo de vidrio! — exclamó la niña, y corrió riendo hacia su casa. 
Después la golondrina regresó hasta donde estaba el Príncipe. 
—Ahora que estás ciego —le dijo—, voy a quedarme a tu lado para siempre. 
—No, golondrinita —dijo el pobre Príncipe—. Ahora tienes que irte a Egipto. 
—Me quedaré a tu lado para siempre — repitió la golondrina, durmiéndose entre los pies de la estatua. 

Al otro día ella se posó en el hombro del Príncipe para contarle las cosas que había visto en los extraños países que visitaba durante sus migraciones. Le describió los ibis rojos, que se posan en largas filas a orillas del Nilo y pescan peces dorados con sus picos; le habló de la esfinge, que es tan vieja como el mundo, y vive en el desierto, y lo sabe todo; le contó de los mercaderes que caminan lentamente al lado de sus camellos y llevan en sus manos rosarios de ámbar; le contó del Rey de las Montañas de la Luna, que es negro como el ébano y adora un gran cristal; le refirió acerca de la gran serpiente verde que duerme en una palmera y veinte sacerdotes la alimentan con pasteles de miel; y le contó también de los pigmeos que navegan sobre un gran lago en anchas hojas lisas y que siempre están en guerra con las mariposas. 

—Querida golondrina —dijo el Príncipe—, me cuentas cosas maravillosas, pero es más maravilloso todavía lo que pueden sufrir los hombres. No hay misterio más grande que la miseria. Vuela sobre mi ciudad, y vuelve a contarme todo lo que veas. 

Entonces la golondrina voló sobre la gran ciudad, y vio a los ricos que se regocijaban en sus soberbios palacios, mientras los mendigos se sentaban a sus puertas. Voló por las callejuelas sombrías, y vio los rostros pálidos de los niños que mueren de hambre, mientras miran con indiferencia las calles oscuras. Bajo los arcos de un puente había dos muchachos acurrucados, uno en los brazos del otro para darse calor. 
—¡Qué hambre tenemos! —decían. —¡Fuera de ahí! les gritó un guardia, y los muchachos tuvieron que levantarse, y alejarse caminando bajo la lluvia. 
Entonces la golondrina volvió donde el Príncipe, y le contó lo que había visto. 
—Mi estatua esta recubierta de oro fino —le indicó el Príncipe—; sácalo lámina por lámina, y llévaselo a los pobres. Los hombres siempre creen que el oro podrá darles la felicidad. 

Así, lámina a lámina, la golondrina fue sacando el oro, hasta que el Príncipe quedó oscuro. Y lámina a lámina fue distribuyendo el oro fino entre los pobres, y los rostros de algunos niños se pusieron sonrosados, y riendo jugaron por las calles de la ciudad. 
—¡Ya, ahora tenemos pan! —gritaban. 

Llegó la nieve, y después de la nieve llegó el hielo. Las calles brillaban de escarcha y parecían ríos de plata. Los carámbanos, como puñales, colgaban de las casas. Todo el mundo se cubría con pieles y los niños llevaban gorros rojos y patinaban sobre el río. 
La pequeña golondrina tenía cada vez más frío pero no quería abandonar al Príncipe, lo quería demasiado. Vivía de las migajas del panadero, y trataba de abrigarse batiendo sus alitas sin cesar. 

Una tarde comprendió que iba a morir, pero aún encontró fuerzas para volar hasta el hombro del Príncipe. 
—¡Adiós, mi querido Príncipe! —le murmuró al oído—. ¿Me dejas que te bese la mano? 
—Me alegro que por fin te vayas a Egipto, golondrinita —le dijo el Príncipe—. Has pasado aquí demasiado tiempo. Pero no me beses en la mano, bésame en los labios porque te quiero mucho. 
—No es a Egipto donde voy —repuso la golondrina—. Voy a la casa de la muerte. 
La muerte es hermana del sueño, ¿verdad? 

El avecita besó al Príncipe Feliz en los labios y cayó muerta a sus pies. En ese mismo instante se escuchó un crujido ronco en el interior de la estatua, fue un ruido singular como si algo se hubiese hecho trizas. 
El caso es que el corazón de plomo se había partido en dos. Ciertamente hacía un frío terrible. 

A la mañana siguiente, el alcalde se paseaba por la plaza con algunos de los regidores de la ciudad. Al pasar junto a la columna levantó los ojos para admirar la estatua. 
—¡Pero qué es esto! —dijo— ¡El Príncipe Feliz parece ahora un desharrapado! 
—¡Completamente desharrapado! — reiteraron los regidores; y subieron todos a examinarlo. 
—El rubí de la espada se le ha caído, los ojos desaparecieron y ya no es dorado —dijo el alcalde—. En una palabra se ha transformado en un verdadero mendigo. 
—¡Un verdadero mendigo! —repitieron los regidores. 
—Y hay un pájaro muerto entre sus pies —siguió el alcalde—. Será necesario promulgar un decreto municipal que prohiba a los pájaros venirse a morir aquí. 

El secretario municipal tomó nota dejando constancia de la idea. Entonces mandaron a derribar la estatua del Príncipe Feliz. 
—Como ya no es hermoso, no sirve para nada —explicó el profesor de Estética de la Universidad. Entonces fundieron la estatua, y el Alcalde reunió al Municipio para decidir que harían con el metal. —Podemos —propuso— hacer otra estatua. La mía, por ejemplo. 
—Claro, la mía —dijeron los regidores cada uno a su vez. 
Y se pusieron a discutir. 
La última vez que supe de ellos seguían discutiendo. 
—¡Qué cosa más rara! —dijo el encargado de la fundición—. Este corazón de plomo no quiere fundirse; habrá que tirarlo a la basura. 

Y lo tiraron al basurero donde también yacía el cuerpo de la golondrina muerta. 

—Tráeme las dos cosas más hermosas que encuentres en esa ciudad —dijo Dios a uno de sus ángeles. 
Y el ángel le llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto. 
—Has elegido bien —sonrió Dios—. Porque en mi jardín del Paraíso esta avecilla cantará eternamente, y el Príncipe Feliz me alabará para siempre en mi Aurea Ciudad.




                                                                                                Oscar Wilde